Columnas

El Fogón

El Frankenstein azul bandera

 

José Ángel Solorio Martínez

 

La llegada de los neoliberales al poder del gobierno federal, acarreó sustanciales cambios –se sumaron a los asuntos de la economía mexicana– en el sistema de partidos. Durante la administración de Carlos Salinas de Gortari, el PRI hizo el rol de correas de transmisión de los fundamentalistas del libre mercado, para anidar en la mentalidad de los ciudadanos, que toda política social gubernamental amplia y profunda, era pernicioso paternalismo y que las empresas del Estado, eran fuente de males y calamidades para la economía del país.
Justo en ese momento, el PAN optó por ser una oposición leal y amigable.

¿Cómo iban a estar en desacuerdo con Salinas de Gortari, cuando iban a ser parte de los beneficiados en monstruoso grado por las políticas neoliberales?

¿Por qué iban a contradecir a un Presidente de la república, que iba a hacer lo que por años ellos estuvieron planteando? (Liquidación del ejido; privatización de las empresas del Estado: FERTIMEX, ANAGSA, BANRURAL, SARH, PRONASE, y otras de menor calado; congelamiento del salario mínimo y otras lindezas de similar catadura).
En esa coyuntura, los panistas tamaulipecos, tuvieron un crecimiento exponencial.
Y cómo no: el partido en el poder y su comandante en jefe –el Presidente de la república– era como uno de los suyos.
O sea: ser oposición desde el PAN, fue la mejor inversión. El Jefe Diego, y especímenes afines, se sumaron al generalizado aplauso de la derecha por las formas de gobernar del neoliberal Salinas.

En Tamaulipas, el panismo fue receptáculo de esa oposición fraterna. ¿Qué diferencia había entre el PRI de Salinas y el PAN de Diego Fernández de Ceballos? Ninguna. Nunca, un gobierno había tenido a dos poderosos partidos políticos nacionales a su servicio en un proyecto de tan largo aliento.
Iniciaba la configuración del bloque neoliberal versus el bloque anti-neoliberal.
El sistema de partidos se achicó.
¿Para qué, dos partidos vigorosos en la vida nacional, se habían decantado a la derecha?
Estratégicamente, el manejo del escenario electoral por Salinas fue pulcro: disminuía al PRD y alimentaba al PAN.
Fiel a su visión al neoliberalismo y al sistema de partidos norteamericano, –y al sistema económico– los neoliberales mexicanos –PRI y PAN– aspiraron a destruir cualquier indicio de Izquierda y a delinear un sistema bipartidista en donde no cabía la incómoda Izquierda representada por el entonces combativo PRD.

(El PRD, en esas fechas encabezado por Temo Cárdenas y un grupo de políticos como Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador, Pablo Gómez e Ifigenia Martínez conformaron el ala anti-neoliberal).
En otras palabras: la unión del PRI y el PAN, no es nueva ni sorprendente.
Ya fueron socios.
Más: amigos y socios, en asuntos económicos.
Sólo les faltaba oficializar ante la ley, ese concubinato.

Lo paradojal de la presencia de AMLO en la Presidencia, es que tiene una coincidencia enorme con los anhelos neoliberales de sus enemigos del alma; por su acción deliberada, o indeliberada, está haciendo realidad el sueño de los neoliberales: el bipartidismo en México.
La mala noticia para los priistas y demás satélites del PAN, es que los polos emergentes de ese fenómeno social, serán los neoliberales contra los anti-neoliberales; o los izquierdistas, contra los derechistas; o los liberales contra los conservadores.
O más didáctico, si se quiere: lopezobradoristas, contra borolistas.

Lo que falta por ver, es quiénes de los priistas van a seguir con beneplácito al PAN; y cuántos panistas, irán orgullosamente a dar la cara por muchos priistas impresentables.
Encenderé mi cafetera, mi Cohiba, y me sentaré en la terraza, a presenciar los primeros pasos de ese nada novedoso Frankenstein.

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