Ciento Díez Aniversario de la Revolución Mexicana.
Carlos Mtz. Leal
Se cumplen ciento diez años del inicio del movimiento social que marcó el siglo XX en nuestro país: la Revolución Mexicana. El enfrentamiento de dos tendencias de la clase social que detentaba el poder político y económico en el país que arrastró a la nación entera a un enfrentamiento. Y fue el inicio de convulsiones similares en otros países del mundo, el caso más emblemático y que marcó el siglo XX mundial se dio en Europa del este en la Rusia de los zares: La Revolución de octubre.
La base económica de nuestro sistema productivo en las primeras decenas del siglo XIX era la explotación de la tierra a través de los latifundios, de las haciendas, sistema para cuyo funcionamiento mantenía una serie de acciones de opresión al campesinado que vivía asinado en las haciendas y no recibía pago monetario alguno, este era en especie en las llamadas tiendas de raya. No gozaba de atención en sus principales necesidades: vivienda, salud, educación, recreación, esparcimiento y mucho menos en sus derechos políticos y sociales: asociación, participación política, expresión de sus ideas, estás libertades eran simuladas.
El grupo adinerado descollante aspiraba a lograr ganancias no sólo más sustanciales sino más rápidas de sus inversiones de capital. Es así como uno de sus hijos predilectos Francisco I. Madero, de una de las familias latifundistas más poderosas del norte del país, a su regreso de sus estudios en Europa, concretamente en Francia, encabeza el movimiento contra la “dictadura” de Porfirio Díaz, favorecida durante 31 años por los terratenientes y bajo el lema “Sufragio Efectivo No reelección”
-escribe un libro para argumentar su llamado- se lanza a la conquista del poder.
Debido al descontento popular, logra la adhesión del pueblo mayoritariamente y triunfa a través del sufragio electoral. Con el voto del pueblo trabajador gana las elecciones pues piensa el pueblo que este cambio en el poder de un hombre cambiará su situación y ahora tendrá: empleo bien remunerado, educación, salud, vivienda, tierra para trabajar, respeto a sus libertades de asociación, de participación y manifestación.
Pronto los acontecimientos le mostraron su error. Madero que sólo había planteado “El Sufragio Efectivo no reelección” le exigió a los zapatistas, desconociendo la realidad del país, documentos que acreditaran la pertenencia de la tierra para entregarlas, y él era de la idea de seguir manteniendo la concentración de esta para hacerla producir. Los campesinos se sublevaron. Los terratenientes despojados del poder por el voto popular, lo recuperaron a través de Adolfo de la Huerta, y Madero junto con su vicepresidente Pino Suárez son asesinados iniciándose la lucha armada de la revolución. Toma la dirección otro poderoso terrateniente del Norte del país, Venustiano Carranza quién logra aglutinar a los grupos beligerantes y promulgar una Constitución que permita encauzar las demandas de los grupos enfrentados, ganando quienes buscan mejores condiciones para invertir su capital y obtener ganancias más rápido.
Se legisla sobre la tierra declarando legal a la propiedad privada sobre ella, acotándola a determinada superficie y se crea el ejido para el campesino como propiedad menor e inalienable con la posibilidad de agruparla en grandes extensiones, colectivizarla para su explotación. Se declara a la educación como obligatoria y gratuita, se convierte en garantía el derecho de los mexicanos a tener: trabajo digno y bien remunerado, educación laica y gratuita, vivienda y salud, a organizarse y manifestarse, a ser respetado en su persona y propiedades salvo mandato expreso, dictado por autoridad después de haber demostrado bajo juicio que se delinquió. Logro debido a la participación del pueblo humilde en la lucha.
Fue hasta el régimen de Lázaro Cárdenas del Río, que se dio un impulso a estos logros: de 1936 a 1940 se repartieron cerca de 18 millones de hectáreas de los latifundios a los campesinos, cuando los gobiernos post-revolucionarios de 1917 a 1936 sólo habían entregado cerca de 9 millones. Se expropió el Petróleo ante la negativa de empresarios y prestanombres a mejorar las condiciones de los trabajadores petroleros, creándose la petrolera mexicana: Petróleos Mexicanos (PEMEX). Se impulsó la educación mexicana abriéndose escuelas en todo el país y creando el Instituto Politécnico Nacional con un internado para que se prepararan los hijos del pueblo pobre y se formaran los futuros profesionistas del desarrollo de nuestro país.
Se comunicó al país con carreteras, puertos y aeropuertos, se crearon las instituciones e infraestructura necesaria para hacer realidad los mandatos de la Constitución Mexicana, y con ello atender la salud, el empleo, la educación y el desarrollo de los mexicanos, creando un gran país, orgullo de los mexicanos y faro de las Naciones Latinoamericanas.
El cual inició su declinación al convertirse todo esto en celebración y discurso, y a partir del gobierno de Miguel de la Madrid al entrar al neoliberalismo imperante en el mundo y convirtiendo estos avances y la legislación que los hizo posible en retórica. Debido a la decadencia de la clase que encabezó y triunfó en la lucha por el sufragio efectivo no reelección: La burguesía.
En la contienda y cuando Venustiano encabezó la revuelta los ejércitos populares de Villa y Zapata tomaron la capital del país y Palacio Nacional, se sentaron en la silla presidencial pero la abandonaron diciendo “que eso no era para ellos, sino para los leguleyos”. Aquí perdió el pueblo pobre la posibilidad de encabezar la transformación, lo cual se debió al desarrollo económico social y político de nuestro país, -y de cualquier sociedad del mundo- sujeto a leyes inflexibles del desarrollo histórico. No era el tiempo del pueblo trabajador pues el desarrollo de nuestro país sólo permitiría lo que sucedió. Esta derrota fue eminente ante los asesinatos de Villa y de Zapata.
A lo largo de estos años, nuestro país continuó su desarrollo y en éste aniversario número ciento diez se encuentran las condiciones para que el pueblo trabajador organizado y educado políticamente pueda hacerse de la dirección de nuestro país, del poder político, que permita encauzarlo por la ruta del progreso, del camino ascendente en busca de resolver las demandas que ya están plasmadas en la Constitución pero que necesitan de la dirección de una nueva clase y no de la actual (clase decadente) para hacerse una realidad tangible.
No es casual la caricatura del régimen que hoy vivimos, pues en su búsqueda, una parte del pueblo volvió a escuchar y pensar que un hombre podría encabezar la lucha por la emancipación del yugo de la ganancia; la realidad le vuelve a decir que no es así, que hay un camino sujeto a leyes inflexibles del desarrollo, y que este indica que es el pueblo en mayoría, organizado y politizado, y su vanguardia, el partido de los pobres, quienes tienen la tarea. ¡Hoy es posible, viva el ciento díez aniversario de la Revolución Mexicana! ¡Viva el pueblo organizado!